Durante la historia de la humanidad, la sexualidad, el género y su expresión se han ido retejiendo, develando su amplitud y profunda complejidad. Somos parte de una biodiversidad, donde la multitud de colores, formas y maneras de habitar conforman la belleza de estar vivos, donde cada ser posee una libertad en potencia para expresar su esencia, como principio básico de ser parte de este planeta.Sin embargo, esta diversidad de cuerpos, sexualidades y maneras de habitar, han sido aniquiladas históricamente por nuestra raíz patriarcal, generando una violencia estructural, que han sufrido en mayor medida las personas trans. Se ha construido un sistema de control de los cuerpos y la naturaleza para el progreso, la reproducción y la explotación capitalista, anulando las subjetividades, estableciendo binarios rígidos, homogeneizando los afectos y borrando a las personas que existen fuera de los cánones normativos.