La tecnología aplicada a la comunicación cada vez más condiciona nuestras relaciones y nuestra organización social. También el progreso tecnológico ha sido compañero de viaje de las esperanzas utópicas modernas: la conexión con los que están lejos, una democratización del conocimiento, incluso la sensación de que en las redes las diferencias sociales se difuminan. En las redes, una gran parte de la población deposita sus recuerdos, comparte sus inquietudes, afianza o crea sus relaciones sociales y laborales. Con este material obtenemos el derecho a usar un software gratuito y cedemos a otras empresas la posibilidad de comercializar nuestro lugar en el mercado. Esta nueva realidad se ha impuesto a nivel mundial con una intensidad que otros proyectos expansivos y universalistas – como el catolicismo o el Imperio Romano – jamás se atrevieron a soñar. Sin embargo, no hay un monumento grandioso que conmemore dicha conquista, tan sólo el dispositivo móvil y nuestra libertad de elegir entre IPhone o Android.
Fuera de esta gran revolución, hay una parte de la población que no comprende el funcionamiento de la red; esta situación es llamada analfabetismo digital. Aquí la revolución digital se muestra como fuente de nuevas desigualdades, ya que el acceso a la información condiciona hoy en mayor medida la estratificación social.
Con este trabajo quiero dar visibilidad a esta brecha digital; por un lado, dando voz y rostro a estas personas sin hogar y por otro, señalando su desconexión. Al retrato acompaña un texto donde estas personas responden a esa pregunta que hacen las redes sociales «¿Qué estás pensando?». Otra imagen nos muestra cuál es su dispositivo tecnológico o qué usa para comunicarse junto a un texto que explica cómo hace uso de las nuevas tecnologías.
La gente sin hogar enfrenta una doble invisibilidad: la invisibilidad para una sociedad cada vez más ensimismada y la invisibilidad tecnológica de la que se encuentran desconectados. Por decisión propia o por circunstancias su situación no existe en la red y su relación social se genera por su presencia en el espacio público. Una presencia molesta para una sociedad cada vez más acostumbrada a las relaciones asépticas de la red.